domingo, 9 de noviembre de 2014

Retrato de madera


Tu retrato de madera exagera la cantidad de leche
y debo disimular la sed. Cuando tu voz llega lejana,
bajo la cama me hago el muerto, temo que sea solo mi propia voz
la misma que llegó a argumentar sobre los restos solitarios
de verdura en la hielera, dándome  cuenta de que aprendí
a apreciar el contacto con el refrigerador.

Me molesta tu falso reflejo
porque oculta la bestialidad no esculpida,
la del sapo en el cruce de tus calles
ese que te obliga a decidir rápido. Y el escape:
los malos chistes se desgastan, hasta no ser más
agrias excusas que nos protegen del silencio.

El recuerdo de la pelea desgarrando mi ropa
se entromete entre nosotros, la silla de ruedas
ya es parte de mí. Recibiría una mano, pero nunca
completamente apretada y eso es mi culpa, a medias.
Los pechos de madera no podrán acabar con la sed
pero al menos me ayudarán a olvidar., en tanto espero…

Solo sé que la idea de una esquina con los desperdicios
del refrigerador es real, al contrario de tu escultura sobre la mesa.
Teniendo una imagen relativa de ambos,
solo puedo ofrecerte dormir bajo la cama



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