La escultura
La escultura
exagera el tamaño de tus senos, paradojalmente,
en la mesa de tu
comedor de revista mobiliaria.
Los desayunos en
ella no hacen lo suyo
cuando tu fino
estilo decorativo no se diluye en tus acciones
y las papas
fritas, amenazantes, esperan mi aprobación.
Cuando tu voz
asume el rol de promotora
e interviene con
la violencia de sus afiches las estanterías,
con la urgencia compulsiva de comprar al
cliente
prefiero la
simpleza de los despojos de verdura en la hielera
y a la sal que
aplaca la pesadez de la comida
y alivia después
de la mordida a la fruta saborizada con tierra.
La escultura se
mimetiza
con el pasillo
negro que lleva a tu cuarto
su silueta
provocativa oculta la brutalidad no esculpida
del sapo
carnívoro en el cruce de tus calles
que te sonríe
antes de morder sin asco.
Los malos chistes
se reparten en el resto de la mesa como evidencias
de la búsqueda
del escape.
Según una
Universidad, el 69% de los adultos chilenos
presenta síndrome
de idealización crónica
es decir
sonríen fuera de
los rangos normales, homologable al nivel de obesidad.
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