miércoles, 18 de febrero de 2015

La escultura


La escultura exagera el tamaño de tus senos, paradojalmente,
en la mesa de tu comedor de revista mobiliaria.
Los desayunos en ella no hacen lo suyo
cuando tu fino estilo decorativo no se diluye en tus acciones
y las papas fritas, amenazantes, esperan mi aprobación.

Cuando tu voz asume el rol de promotora
e interviene con la violencia de sus afiches las estanterías,
 con la urgencia compulsiva de comprar al cliente
prefiero la simpleza de los despojos de verdura en la hielera
y a la sal que aplaca la pesadez de la comida
y alivia después de la mordida a la fruta saborizada con tierra.

La escultura se mimetiza
con el pasillo negro que lleva a tu cuarto
su silueta provocativa oculta la brutalidad no esculpida
del sapo carnívoro en el cruce de tus calles
que te sonríe antes de morder sin asco.
Los malos chistes se reparten en el resto de la mesa como evidencias
de la búsqueda del escape.

Según una Universidad, el 69% de los adultos chilenos
presenta síndrome de idealización crónica
es decir
sonríen fuera de los rangos normales, homologable al nivel de obesidad.




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